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Jochita

Jochita

Mi abuela acaba de morir, un 21 de Junio, la familia, como era de esperarse, estaba destrozada. La Jocha era, aunque suene trillado, la pega que mantenía unida a la familia. Por ella nos reuníamos todos los domingos (o por lo menos la mayoría de ellos) en su casa; para conversar, chismear, comer o tomar algo, o las dos de ser posible, ver televisión, criticar, enterarnos de qué estaba pasando en la vida de los Rivero y los Gil (por supuesto), cultivar el lazo familiar pues. Porque eso sí que lo tenemos los Rivero, somos super familieros ¡Ah pero cómo nos gusta!

Ella aunque muy estricta, muy seria, muy correcta y bastante de coqueta, se desvivía por cada uno de nosotros. Hasta por mi abuelo, que año y medio después de ese 21 de Junio nos sorprendió con una hija de 15 años que no era de Carmen Lucrecia (léase la Jocha), cosa que siempre supo y le importó más el amor que sentía por el señor Pablo Rivero. Como tampoco le importó lo desadaptada y consentida que resulté ser, la verdad es que ella tuvo parte de la culpa en esta última, tampoco le importó el divorcio de dos de sus hijas ni mucho menos el malhumor ni los cambios lunáticos de ánimos que a veces le daban a las otras dos, muchísimo menos lo rebeldes y descuidados, aunque buena gente eso sí, de algunos de mis primos.

Total que cuando nos enteramos que la cuenta regresiva empezaba, los domingos en casa de La Jocha se convirtieron en una Ley, si estabas en Venezuela era impelable pasarse tipo 12:00 del mediodía, a veces no tan temprano, por las Residencias Venezuela, Edificio Táchira, Apartamento tres raya uno, de Coche. A Ella le encantaba la cosa ¡Y cómo los demostraba!

Por unos cuantos meses, creo que hasta después de un año, finalmente Carmen Lucrecia se entera que la cuenta regresiva ya había comenzado, se dio cuenta que la quimio no estaba tenía el efecto esperado, que esa operación en su seno sirvió de muy poco y que su pelo plateado (o de periódico, como le decía mi padre) no iba a soportar otro corte de cabello al mejor estilo pelotón. Sin embargo no tuvo más que buenos deseos para nosotros, para el Señor Rivero, al que amó profundamente desde que tenía apenas nueve años y hasta ese 21 de Junio.

Después de seis meses y de toda una vida, celebrando las navidades en Coche, aunque fuera a raticos, pero ahí, en casa de La Jocha, el corazón se nos ponía chiquito tan sólo pensar en una navidad, la primera sin La Vida (otro de los apodos cariñosos de La Jocha) en su casa. Así que decidimos irnos a casa de mi madrina Chela en Puerto La Cruz. Chela, hermana de La Jocha, nos recibió a todos en El Puerto.

El trago, tengo que confesar, no fue tan amargo. La esperanza de que La Jocha estaba mejor en donde sea que estuviera o está, nos mantiene en pie, sí, todavía.

Después del intercambio de ragalos, la comida, la bebida, la bailaita, nos vamos a acostar cansadísimos y algo nostálgicos.

La casa de mi madrina, como se imaginarán, no es ninguna mansión por lo que me toca compartir cama (matrimonial, eso sí) con mi prima Lorena. En Aquel entonces Lore y yo éramos las más unidas, las que más chismeábamos, salíamos para todos lados juntas. Pero siempre detesté dormir con ella ¡Uy Dios! Es que se movía mucho, me quitaba la cobija o la sábana si estábamos en un lugar caluroso, y para rematar el asunto, se me pegaba, a mi eso nunca me ha gustado, me da como claustrofobia, no puedo respirar. Pero bueno ¿Qué más iba a hacer? Si no había más espacio, no me podía poner exquisita ¡No había más cama!

Así que bueno, nada ¡A dormir! Después de la típica sesión de chismes, ahora sí, tiempo de cerrar los ojitos y descansar algo ¡Ya está bueno ya! Vamos a dormir.

Muy entrada la noche, o la madrugada para ser más exactos, siento que Lorena se me pega “¡Pero si casi me estoy cayendo de la cama coño! ¡¿Qué? ¡Acaso necesita dormir de este lado de la cama? ¿O es que le gusta pasearse por toda la cama?!” Ve volteo para ver ver si es que estaba medio despierta y no me queda más remedio que quedarme tranquila. No era Lore (¡Ah! En este punto es necesario aclarar que mi vista es tan buena como la de un topo) era una mujer con una dormilona de vieja, sí de vieja, justo en el medio de Lore y yo.

Total que ¡Nada! Me toca calarme a mi madrina durmiendo con nosotras, ¡Es su casa por Dios! Segurito se peleó mi tío Michelle (su esposo) y en una rabieta se pasó a la cama en la que Lorena y yo estábamos durmiendo. Ahí pasó toda la noche.

En la mañana Lorena y yo nos burlamos y comentamos el asunto y como en la familia no tenemos pelos en la lengua y de vez en cuando rayamos en lo metiche, pues comenzamos a burlarnos descaradamente de mi madrina.

- ¿Qué pasó tia? ¿ mi tío Michelle te sacó a patadas de la cama?
- ¿o fue que te peleaste con mi tío y decidiste dejarlo sólo a la mitad de la noche?

Todo el chalequeo delante de toda la familia, por supuesto, sino, no tiene gracia.

- ¡¿AH?! ¿Se volvieron locas?
- Madrina te pasaste en medio de la noche pa la cama y te metiste justo entre Lorena y yo
- ¿Qué, ahora te vas a hacer la sonámbula?
- Yo no pasé
- ¡Pero si Chela pasó toda la noche conmigo niñas!

Lo único que me dio chance a pensar mientras Lore y Yo exhalábamos un ¡AH! Fue “Jochita”