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El impacto de la piratería

En la antigüedad no todos podían ser piratas. Durante mucho tiempo, los melómanos o eventuales amantes de la música, quedaron exentos al uso de parches en sus ojos y patas de palo, pues, hace siglos, este tipo de atuendos sólo era reservado para aquellos que vivían de las aventuras marítimas. Hoy, con el creciente impulso de la tecnología, quienes producen y/o disfrutan de la música ilegal sólo comparten una característica con dichos personajes del pasado: la violación al derecho de lo ajeno o, como es mayormente conocido, el robo. En nuestro caso la diferencia es simple, se trata de la violación al derecho de la propiedad intelectual.

Es evidente que, ante la gran crisis económica, la piratería discográfica ha proliferado en índices verdaderamente alarmantes por considerarse una excelente opción para el bolsillo de los venezolanos. Entre otras cosas, su auge se debe, en buena medida, a que no amerita el pago de impuestos, servicios, empleados y, menos aún, la inversión por concepto de mercadeo. Según un informe del Grupo de Acción Nacional Antipiratería (GANA), el 85% de las ventas de material discográfico en Venezuela es ilegal.

El profundo daño que causa la piratería es quizás ignorado por muchos. En principio, esta práctica ilícita ha ocasionado la pérdida de, aproximadamente, 14.500 puestos de trabajos, lo cual representa un enorme porcentaje de la masa laboral de este sector. Venezuela es un país afectado por un alto índice de desempleo que para muchos es responsabilidad de las malas políticas gubernamentales, pero, al ser partícipes de este delito, somos igualmente culpables de nuestra propia desgracia. Además, debemos recordar que la música no es un artículo de primera necesidad.

Por otra parte, la música juega un papel importantísimo en la cultura de cada nación. De este modo, no sólo son los trabajadores quienes se ven afectados por los recortes de personal realizados por las compañías disqueras. También los músicos poco rentables sufren las consecuencias y, en especial, los nuevos talentos al carecer de oportunidades. Si el éxito de la piratería continúa provocará un fuerte empobrecimiento cultural por restringir el surgimiento de nuevos artistas que reemplacen a los actuales, debido a que las disqueras, simplemente, se concentrarán en mantenerse con aquellos que le garanticen beneficios considerables.

Entre otras cosas, la piratería le arrebata 66 millones de dólares anuales a la industria discográfica nacional sin considerar que, a lo largo de los años, ésta ha demostrado ser un agente comprometido, desde el punto de vista económico, con el Estado venezolano en cuanto a sus obligaciones tributarias. El año pasado el fisco dejó de percibir más de 9 millardos de bolívares por causa de esta actividad ilícita, mientras que el mercado legítimo canceló, oportunamente, 4 mil millones y medio de bolívares. Por tanto, dicha actividad afecta de forma directa la economía del país.

Sin embargo, muchos, posiblemente para justificar la adquisición de copias ilícitas, argumentan que el precio de las originales es excesivamente costoso. Sin duda alguna, se trata de un hecho cierto en su totalidad. Pero, vale destacar, que el grave repunte por concepto de discos tiene su origen en la necesidad de las disqueras por cubrir las grandes pérdidas que sufren a causa de la piratería. Según el informe de GANA, varios años atrás eran vendidas cerca de 23 millones de unidades al año, en 2000 la cifra cayó a 5,6 y en 2003 sólo se vendieron 1.8 millones de copias legales.

Otro de los argumentos que prevalece es que los beneficios que obtienen los músicos por ventas de compactos son mínimos y las disqueras se quedan con la mayoría de las ganancias. Posiblemente, estas personas ignoran que sólo 34% del costo total está dirigido a las compañías, el resto corresponde a los autores, distribuidores, ingresos de hacienda a través del IVA y, buena parte, dirigida al beneficio de la tienda que se ubica alrededor del 26%. Sin embargo, existen reconocidas agrupaciones, como el caso de Manu Chao, que dan su visto bueno al negocio ilícito de material fonográfico, pero, al parecer, el éxito que poseen les impide mirar hacia abajo y apreciar que la batalla se libra en un campo cada día más competitivo.

En razón de todo lo expuesto, es necesario que la lucha contra la piratería siga su curso, pero la clave está en adoptar medidas más efectivas. No obstante, en Venezuela, por causa de la aguda crisis económica, resulta más difícil poner freno a esta actividad de la noche a la mañana. Por tanto, más que abogar por el correcto funcionamiento judicial y policial con respecto a las medidas de sanción, lo idóneo sería crear conciencia entre los ciudadanos poco a poco. Es primordial hacer entender que la erradicación de la piratería contribuirá con la recuperación de un sector que participa activamente en la reactivación económica y, a su vez, colaborará con el desarrollo de la cultura.

Finalmente, la ayuda de las disqueras es indispensable a través de medidas creativas que ofrezcan a los consumidores un producto que los beneficie más allá del simple hecho de escuchar música, por ejemplo: promociones, entradas a conciertos, la inclusión de tracks inéditos en los discos, etc. Pero, en definitiva, más allá de esto, seremos nosotros quienes podremos aportar una solución de peso y verdaderamente efectiva.

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