Sideways
Jack (Thomas Haden Church) y Miles (Paul Giamatti) deciden irse de viaje una semana antes del matrimonio de Jack (un actor que gozó de cierta popularidad hace poco más de una década gracias a una serie de tv, un tipo encantador) una especie de despedida de soltero cortesía de Miles, el padrino (un hombre que sigue deprimido por el divorcio, aunque hayan pasado 2 años de la separación, además de ser un escritor que no logra ser publicado, ciertamente, no muy agraciado).
El recorrido es una constante cata a través de los viñedos de California, terreno donde el depresivo Miles domina con comodidad, mientras que Jack agradece el esfuerzo de su amigo, disfrutando de toda la gama de vinos que se le presentan Pero es una semana antes del matrimonio, así que Jack quiere probar algo más que vinos, y la oportunidad se le presenta cuando conoce a Stephanie (Sandra Oh), ¡y vaya manera de pasar el tiempo! Mientras tanto, Miles sigue sumido en su depresión, cerrándose a la oportunidad de cerrar el ciclo de la pérdida. Pero por supuesto, no puede faltar la representación de la esperanza y la redención: Maya (Virginia Madsen), una mujer madura, confiada, sola. Esta pareja tiene su propia manera de comunicarse, manejan un lenguaje similar, ambos se conocen por los vinos que seleccionan.
Este film, aparte de ser una lección de cata, de paseos poco comunes, es también una ojeada al futuro, a no cerrarse. A que los amigos incondicionales existen, que siempre van a estar para apoyarnos, pero no deben tener como objetivo cambiarnos. Es una película de amistad, de liberación, de amor. Aún así, no llega ni a rozar la cursilería; eso si, puede ser terriblemente familiar, es muy fácil verse reflejado en cualquiera de los personajes, dejándonos con cierta vulnerabilidad. Eso si, no busca dar lecciones de vida, ni cambiar nuestras perspectivas. Es solo una historia que pudimos haber vivido. O por la cual eventualmente pasaremos.
Sin duda, es especial
El recorrido es una constante cata a través de los viñedos de California, terreno donde el depresivo Miles domina con comodidad, mientras que Jack agradece el esfuerzo de su amigo, disfrutando de toda la gama de vinos que se le presentan Pero es una semana antes del matrimonio, así que Jack quiere probar algo más que vinos, y la oportunidad se le presenta cuando conoce a Stephanie (Sandra Oh), ¡y vaya manera de pasar el tiempo! Mientras tanto, Miles sigue sumido en su depresión, cerrándose a la oportunidad de cerrar el ciclo de la pérdida. Pero por supuesto, no puede faltar la representación de la esperanza y la redención: Maya (Virginia Madsen), una mujer madura, confiada, sola. Esta pareja tiene su propia manera de comunicarse, manejan un lenguaje similar, ambos se conocen por los vinos que seleccionan.
Este film, aparte de ser una lección de cata, de paseos poco comunes, es también una ojeada al futuro, a no cerrarse. A que los amigos incondicionales existen, que siempre van a estar para apoyarnos, pero no deben tener como objetivo cambiarnos. Es una película de amistad, de liberación, de amor. Aún así, no llega ni a rozar la cursilería; eso si, puede ser terriblemente familiar, es muy fácil verse reflejado en cualquiera de los personajes, dejándonos con cierta vulnerabilidad. Eso si, no busca dar lecciones de vida, ni cambiar nuestras perspectivas. Es solo una historia que pudimos haber vivido. O por la cual eventualmente pasaremos.
Sin duda, es especial
0 comentarios